¿Qué desventajas tiene una pyme para innovar comparada con una gran organización? La respuesta podría parecer evidente. Una gran empresa posee más recursos, muchas personas y una aparente mejor capacidad para escoger estrategias exitosas. Sin embargo, la plasticidad de la pyme a la hora de tomar decisiones le confiere un plus en materia de innovación y la clave puede ser una buena aproximación al mundo de la emociones.
El autor de “Agil Mente” e investigador en Biología Molecular argentino, Estanislao Bachrach, explica que la racionalidad de las decisiones es aparente.
” El cerebro tiene tres grandes componentes: instintivo, emocional y racional, que toman decisiones todo el tiempo. Cuando uno evalúa todas las decisiones, el 90% son emocionales – explicó el también Profesor de Liderazgo e Innovación en la Universidad Torcuato Di Tella – En las pymes y en las grandes empresas, el tema de las emociones está mal visto. Lo llaman una habilidad blanda cuando en realidad es una habilidad dura”.
Karen Kraakman, coach regional y magíster en Biología Cultural, va aún más allá.
“El 100% de las decisiones y nuestras acciones son emocionales y también racionales. Y espirituales y corporales. Si algo es considerado racional o no depende del punto de vista no más. Racional es una opinión” aseguró.
La complejidad de distinguir cuán racional o emocional resulta ser una decisión guarda relación con las nociones percepción-ilusión. Comprender desde qué emocionalidad se está tomando una decisión podría hacer toda la diferencia.
“Insistimos en poner las decisiones en el dominio de la objetividad – explica Kraakman – como si fuera posible tomar decisiones desde la no-emocionalidad. No es posible estar fuera de una emoción. Hasta “pensar en frío”, como se suele decir, es emoción. Eso tiene que ver con percepción e ilusión pues cuando tú estás viviendo como si nosotros pudiéramos conocer el mundo, estás en el dominio de la objetividad. Si tú reconoces que los humanos no podemos distinguir entre percepción e ilusión, no estamos ya en el dominio de la objetividad, estamos en el dominio de la objetividad entre paréntesis”.
Racionalidad entre paréntesis
“El mundo en que vivimos no es independiente del observador- señala Kraakman – Lo que percibimos lo explicamos. Es una explicación de lo que percibimos pero también de lo que nosotros generamos al percibir y una experiencia en sí distinta a la experiencia explicada”.
Según la coach, en la empresa de hoy no se valora el mundo emocional y sí lo productivo. Pero se empieza a valorar lo emocional cuando está al servicio de lo productivo. Así sucede desde la objetividad entre paréntesis, en la que nadie tiene todas las respuestas a la hora de tomar decisiones y surge la motivación por descubrirlas.
” El cerebro funciona mucho más eficientemente y motivado cuando uno tiene ganas de hacer algo. Y, para innovar, las ganas de aprender y mejorar son clave – asegura el argentino Bachrach – Cuando uno se esfuerza en tener una buena idea, creativa, en general, el cerebro busca información en lo que ya conoce. Eso es enemigo de la creatividad. La gran primera herramienta de la innovación es animarse a generar gran cantidad de ideas novedosas. Por una cuestión matemática, cuantas más ideas se tienen, más chances de que alguna sea creativa”.
Bachrach concluyó que, para innovar con éxito, las pymes tienen un pro y un contra: quizá no hay mucha diversidad de personas, backgrounds y estilos, algo contraproducente ya que la base de la innovación es la multidisciplinaridad, las distintas miradas y expertises. En la pyme hay menos personas y experiencias.
Como pro, en teoría, hay menos burocracia que en las grandes firmas. Al dueño se lo encuentra en el pasillo, se le pregunta. Las decisiones deberían ser más rápidas y la toma de riesgo, también.
Las emociones son relacionales y viven entre nosotros
“A pesar del mundo del facebook y la emocionalidad ligera, lleno de cosas que lo tocan a uno, las personas consumen un mercado de las emociones que en realidad no les es propio – señala Kraakman de manera taxativa – y parten de supuestos que complican, que nos hacen creer que la emoción es algo, y la emoción no es”.
Según la coach, es crucial concebir las emociones como un fenómeno relacional, es decir, sin independencia de los involucrados. Lograrlo, asegura, conduce a una transformación de la manera de percibir e, inevitablemente, trae cambios que, en el caso de las empresas pequeñas puede hacer la diferencia entre la supervivencia y el olvido.
