A veces me parece que el Corona virus ha llegado como las telas de la ropa del rey desnudo llegaron al reino del dicho rey. ¿Recuerdan la historia? Todo el reino hablaba de estos costureros tan elevados que llegaron con telas que solamente podían ver las personas inteligentes. ¿Entonces, quién querría admitir que era tonto? Ahora, el hecho de que nadie querría admitir lo tonto que era, permitió que el rey al final de la historia salió a la calle en toda su desnudez: Si no le hubiéramos ayudado generar tal confianza no se hubiera mostrado de tal manera.
En lo personal siento que todavía estoy viendo las telas preciosas. Tanto en cuanto a lo que me gusta como en lo que no me gusta de lo que esta pasando en este momento. Cuando leo los mensajes que cuentan de lo terrible que está pasando y cuando leo los otros mensajes que cuenten lo positivo de este momento. A pesar de que creo que los últimos, los mensajes positivos, nos sirven más para salir de este momento -tal como las telas maravillosas permitieron al rey salir de su palacio y mostrarse en todo sus desnudez a todo el reino- tanto los mensajes negativos como los positivos se asemejan a las telas que pensamos ver pero que no existían.
Y entonces me pregunto; si el corona virus y todos los mensajes acerca de él son las telas supuestamente preciosas, con que nos entretenemos o maravillamos, ¿con qué se compara la desnudez del rey en este momento de nuestro vivir?
La palabra que me surge es nuestra vulnerabilidad. Siento que todavía no nos hemos mostrado en toda la vulnerabilidad que es propia del ser humano. Y siento que de alguna forma, los costureros de este corona virus vinieron a hacerse cargo de eso, de nuestra vulnerabilidad como seres humanos, seres sociales, seres que vivimos en esta tierra en este momento y que queremos ser felices, sanos y ricos.
Y ahí está para mí nuestra gran oportunidad. Porque como sabemos de Brene Brown (vea su Ted), la vulnerabilidad esta íntimamente conectada con el coraje. El coraje de dejarnos amar y cuidar por otros; el coraje de observar y darnos cuenta lo que más nos importa en esta vida; el coraje de hacernos preguntas incómodas, el coraje de buscar respuestas que son desconocidas; el coraje de empezar proyectos locos, sólo porque amamos el pensar en ellos; el coraje de soltar el control, incluso cuando sentimos que eso significa que nada quede igual como antes; el coraje de tener estas conversaciones en que podemos perder todo o, incluso peor, ganar aquello que quizás no me merezco o, en otras palabras: El coraje de cuidar la vida, en vez de evitar la muerte.
Y desde ahí, me encantaría gritarles: crean al costurero, hagan como que ven las telas, ten las conversaciones necesarias, con su familia, en su trabajo, con ud. mismos, porque hay algo tan hermoso debajo de la ropa ordinaria de todos los días. Están ustedes, nosotros, cada uno en toda su desnudez y vulnerabilidad. Lo más bello que existe.
Kraakman Coaching